El agua es vida y como tal hay que protegerla y garantizar su acceso a aquellos que de ella dependen. Así lo entienden quienes participan de la creación de un desarrollo global, y así lo ha manifestado la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución del pasado 28 de julio, donde declara el acceso al agua potable y al saneamiento básico como un derecho fundamental. Aunque no se trata de una resolución vinculante, sirve para mandar un mensaje a los gobiernos de que hay que hacer todo lo posible para que lo que se declara como un derecho desde una tribuna se convierta en una realidad tangible en un futuro próximo.