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ODM7: El agua un derecho de vida

Escrita el 03 de Agosto de 2010 por Nicolás García-Amado Sagardía
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Foto de ODM7: El agua un derecho de vida
El agua es vida y como tal hay que protegerla y garantizar su acceso a aquellos que de ella dependen. Así lo entienden quienes participan de la creación de un desarrollo global, y así lo ha manifestado la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución del pasado 28 de julio, donde declara el acceso al agua potable y al saneamiento básico como un derecho fundamental. Aunque no se trata de una resolución vinculante, sirve para mandar un mensaje a los gobiernos de que hay que hacer todo lo posible para que lo que se declara como un derecho desde una tribuna se convierta en una realidad tangible en un futuro próximo.

El agua y los ODM

La preocupación por el agua no es reciente. En la Cumbre del milenio, cuna de creación de los Objetivos, se puso de manifiesto la importancia del acceso al agua potable en los más pobres y como su ausencia es una fuente de enfermedades y muertes que podrían evitarse con facilidad. Por eso se propuso como objetivo reducir a la mitad en 2015 el porcentaje de personas que carecen de un acceso sostenible al agua potable y de servicios de saneamiento dignos. Una meta marcada como garantía para la sostenibilidad del medio ambiente, pero que, de hecho, significa mucha más. Poder proveer a la población mundial de un sistema de consumo de agua sostenible y un saneamiento básico adecuado significa eliminar casi por completo el riesgo de contraer enfermedades diarreicas que, hoy por hoy, suponen la segunda causa de muerte entre los menores de 5 años. Significa también poder liberar a niñas y mujeres de la rutinaria y pesada carga del acarreo del agua y ampliar sus perspectivas de futuro. Significa, en resumidas cuentas , dar un salto adelante en la lucha por romper con el ciclo envolvente de la pobreza.

La realidad del acceso al agua en el mundo

Si bien es cierto que, desde los comienzos, el abastecimiento global de agua potable ha sido una prioridad para los objetivos del milenio, también lo es que los avances logrados no han sido los esperados. Los últimos datos emitidos por la Organización Mundial de la Salud revelan que el 13 % de la población mundial aún no cuenta con un acceso a fuentes mejoradas de agua potable mientras que un 40 % no tiene acceso a saneamiento básico. En cifras representan casi 900 y 2.600 millones de personas respectivamente.

 

Para conocer bien la realidad de estos datos debemos repasar que es lo que se entiende específicamente por cada uno de los términos que manejamos. Según el programa conjunto de UNICEF y la OMS que monitorea las metas de los ODM relativas al agua, se entiende por...

  • Agua potable, el agua utilizada para los fines domésticos y la higiene personal, así como para beber y cocinar. Uno tiene acceso al agua potable si la fuente de la misma se encuentra a menos de 1 kilómetro de distancia del lugar de utilización y si uno puede obtener de manera fiable al menos 20 litros diarios para cada miembro de la familia.
  •  Saneamiento básico es la tecnología de más bajo costo que permite eliminar de forma higiénica las excretas y aguas residuales y tener un medio ambiente limpio y sano tanto en la vivienda como en las proximidades de los usuarios. El acceso al saneamiento básico comprende seguridad y privacidad en el uso de estos servicios. La cobertura se refiere al porcentaje de personas que utilizan mejores servicios de saneamiento, a saber: conexión a alcantarillas públicas; conexión a sistemas sépticos; letrina de sifón; letrina de pozo sencilla; letrina de pozo con ventilación mejorada. 

Una vez definidos los parámetros de lo que se requiere resulta más sencillo ajustar los medios para su conseguirlo, empezando por asistir a los que se encuentran en peor situación. Actualmente 1.100 personas se ven obligadas a defecar a la intemperie por la falta de medios, dando lugar a altos niveles de contaminación ambiental y exposición al riesgo de infecciones microbianas.

Acabar con los entornos contaminados

Por norma general, allí donde hay dificultades de acceso al agua potable también las hay de saneamiento básico. Ambas carencias generan un escenario donde el riesgo de contraer enfermedades que deriven en muerte es más alto de lo normal. Como es habitual, los niños/as pequeños son siempre los más vulnerables. Las enfermedades derivadas del consumo de agua contaminada provocan de manera directa o indirecta la muerte de un millón y medio de niños cada año. La mayoría son de tipo diarreico y donde se contemplan tres tipos clínicos:

  • Diarrea acuosa aguda, que dura varias horas o días y comprende el cólera.
  • Diarrea con sangre aguda o disentería
  • Diarrea persistente, que dura 14 días o más.

La causa de las muertes por diarrea suele ser la deshidratación y la pérdida de nutrientes que provocan, de modo que es entre los más pequeños donde más incidencia tienen.

 

Aparte de éstas existen otras enfermedades derivadas de la mala gestión de los los desechos humanos, basuras y vertidos industriales. Entre ellas se destacan la poliomielitis, virus que afecta al sistema nervioso y causa debilidad muscular y parálisis aguda, y la ascariasis, parásito intestinal que se aloja en el interior del intestino delgado y provoca dolores abdominales, desnutrición y obstrucción intestinal. Ambas se contagian a través de los excrementos humanos, afectando tambien a los niños.

Nuestra participación cuenta

Como casi siempre que hablamos de un problema global existe una dimensión donde nosotros podemos ser muy útiles. Educar en el buen uso del agua es fundamental para entender el problema del agua, ya que, aunque se trata de un recurso renovable, es cada vez mas escasa. De nada sirve trabajar para garantizar el abastecimiento global de la población si no fomentamos una mentalidad de ahorro y “buena gestión” de parte de quienes más consumen. En esta faceta nos hemos erigido como líderes absolutos. La OMS destaca en sus informes que mientras los países desarrollados pueden llegar a consumir hasta 300 litros diarios por persona, en las zonas subdesarrolladas las cantidades no superan los 25 litros. Unas diferencias que se pretenden limar con el planteamiento de una línea de consumo razonable situada en los 80 litros por día y persona.

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Periodista, técnico de comunicación de la Fundación FIDE

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