En estos momentos en que 
 la globalización está siendo esencialmente económica, 
 capitaneada por las finanzas; cuando las mayorías del mundo 
 son los excluidos y los perdedores del proceso de mundialización 
 del capitalismo avanzado; ahora que a los poderes mundiales solo 
 les interesa atender al 30% de la población, concentrada 
 en los países desarrollados y las élites de los países 
 en desarrollo, con los que tienen la seguridad de la pervivencia 
 del sistema. Hoy que el capital rompió los pactos que venía 
 haciendo con el trabajo, desde la postguerra europea, y que dieron 
 origen al estado de bienestar. Hoy, cuando la acumulación 
 de capital y de poder está en muy pocas manos y los pobres 
 son la mayoría. Hoy, cuando el conocimiento, la tecnología, 
 la energía barata, las fuerzas productivas, y el comercio 
 han hecho posible la abundancia, las mayorías del mundo están 
 en la pobreza, en la informalidad y, aún se siguen muriendo 
 de hambre 25.000 personas cada día. Por todo esto, afirmo, 
 que es necesaria una Política para el Desarrollo sustentada 
 en la Solidaridad, con el principio básico de que "todos 
 los pueblos tienen derecho al desarrollo". 
		
		
		
			
			
				
					
				
				
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 pobreza, la ignorancia, la injusticia, la corrupción y los 
 conflictos violentos, siguen siendo causas de grandes sufrimientos 
 para la mayoría de las personas que viven en América 
 Latina. La diversidad de culturas y nuestra identidad iberoamericana, 
 han demostrado estar por encima de las fronteras ficticias creadas 
 por los estados y las oligarquías, y nuestros valores humanos 
 compartidos han facilitado el siempre difícil arte de la 
 convivencia. En los países desarrollados hemos elegido la 
 democracia como forma política, aunque tenemos que profundizarla, 
 para resolver las diferencias de forma pacífica. Tenemos 
 que comprometernos con las mayorías para que el desarrollo 
 se extienda a todos los pueblos, en el ánimo de conseguir 
 sociedades libres, justas y prósperas.
Hoy los beneficios del desarrollo 
 no se comparten equitativamente y la desigualdad entre ricos y pobres 
 es más grande que nunca. Tenemos grandes valores éticos 
 que no ponemos en práctica. Sabemos que es más importante 
 ser que tener, pero la mayoría de la gente pasa su vida luchando 
 por tener algo para poder subsistir. Las mayorías están 
 dotadas de fuerza vital, espiritualidad popular y solidaridad, pero 
 al estar oprimidas por la pobreza y luchando para subsistir les 
 es muy difícil participar en los procesos creativos. Es necesario 
 y urgente que las mayorías tengan acceso a los conocimientos, 
 medios y técnicas para hacer el desarrollo desde abajo y 
 desde adentro, para crear riqueza en abundancia y distribuirla equitativamente, 
 y para erradicar la pobreza y conseguir la inclusión educativa, 
 social y económica.
Se ha demostrado que países 
 como España han consolidado la democracia, erradicado la 
 pobreza y conseguido el desarrollo. Con el esfuerzo de dos generaciones 
 de españoles durante 30 años, se ha forjado una sociedad 
 en la que han presidido los valores de libertad, igualdad y solidaridad, 
 justicia, dignidad, derecho, tolerancia, diálogo o competencia, 
 con un estado fuerte y descentralizado, una economía de mercado 
 competitiva, con aumento de la productividad, prosperidad y equidad, 
 una seguridad social para todos y una sociedad civil vital, emprendedora 
 y solidaria. Y aunque siempre, toda sociedad tendrá sus problemas 
 de convivencia, y la española no es más. Como lo demuestra 
 el caso de España, podemos afirmar, sin ningún sesgo 
 teórico-voluntarista, que es posible erradicar la pobreza, 
 consolidar la democracia y conseguir el desarrollo para las mayorías.
No podemos seguir admitiendo 
 la inmoralidad de que millones de personas sigan sufriendo humillación 
 para sobrevivir, sabiendo que nunca disfrutarán de la libertad 
 con dignidad. Tenemos que actuar con imaginación y pragmatismo, 
 la imaginación para forjar ideas y el pragmatismo para resolver 
 los problemas concretos que oprimen a la gente y dar satisfacción 
 a sus necesidades básicas. Las sociedades justas no vienen 
 marcadas por el destino, ni por las ideas políticas, ni por 
 las creencias religiosas, se requiere el esfuerzo de millones de 
 seres humanos convencidos y dispuestos a combatir la injusticia.
Hay que proclamar el derecho 
 al trabajo, a la riqueza y a la calidad de vida para todos. La libertad 
 de trabajar y la libertad de emprender, que se sustentan en la igualdad 
 de oportunidades. La distribución equitativa de la riqueza 
 según la productividad y la solidaridad, y no sólo 
 según el capital. La calidad de vida de hombres y mujeres, 
 que disfruten de los bienes sociales, los derechos humanos y ecológicos, 
 comenzando por la educación, la salud y la seguridad alimentaria.
Proclamar el derecho al desarrollo 
 de todos los pueblos es entender el DESARROLLO como la liberación 
 del hombre y la mujer frente a la pobreza y a la opresión. 
 Es hacer compatible la libertad y la igualdad, la productividad 
 y la solidaridad. Es conseguir una sociedad organizada, productiva 
 y solidaria que resuelve las necesidades básicas de todos. 
 Es conseguir la equitativa distribución de los bienes sociales, 
 económicos e intelectuales que junto a la ordenación 
 de los territorios y el respeto al medio ambiente ofrecen calidad 
 de vida a las personas. Es entender el bienestar individual y social 
 de las personas y sus descendientes como objetivo final de la política 
 del desarrollo.
A 
 lo largo de las páginas de este libro se presentan el porqué, 
 el cómo y el cuánto de propuestas para conseguir el 
 desarrollo y erradicar la pobreza. Se ha expresado con claridad 
 meridiana cual es, a nuestro entender, el sujeto del desarrollo, 
 de la democracia y de la paz, por tanto, al plantear políticas 
 de desarrollo tenemos que enunciar que, ante las injusticias y las 
 desigualdades actuales, el sujeto preferente de la acción 
 política son las mayorías pobres, indígenas, 
 campesinos e informales, y que la confianza en el progreso reside 
 en los emprendedores surgidos de esas mayorías.
El compromiso por la liberación 
 de las mayorías pobres y dominadas, debe estar inspirado 
 por el valor supremo de la libertad. Guiados por el impulso de cambio 
 y transformación, los actores de la política de desarrollo 
 y cooperación deben estar cerca y trabajar junto a las personas 
 y los pueblos que luchan por su liberación. Liberación 
 de todo tipo de dominio o imposición de poderes autoritarios, 
 ya sean sociales, políticos, económicos, laborales 
 o familiares.  Como las formas de dominio 
 cambian, también deberán cambiar las formas de combatirlo. 
 En un ejercicio ético y solidarios diarios debemos crear 
 valores, métodos e impulsar actitudes para dar soluciones 
 a los problemas cambiantes, siendo necesarios: los análisis 
 de la realidad, los marcos conceptuales y la aplicación de 
 alternativas concretas.
La fortaleza de los estados 
 debemos entenderla por el mejor servicio que prestan a los ciudadanos. 
 Se ha demostrado que un estado descentralizado en los niveles central, 
 autonómico y municipal puede ser tan fuerte, tanto más, 
 cuanto mejores sean los servicios que los ciudadanos reciben en 
 educación, salud, agricultura y alimentación, derecho 
 y justicia, economías, finanzas y recaudación de impuestos, 
 infraestructuras, tecnología y servicios sociales, seguridad, 
 defensa y relaciones internacionales e investigación y desarrollo. 
 El Mercado está estrechamente 
 relacionado con la forma y el funcionamiento del Estado. Un estado 
 fuerte y descentralizado es la mejor garantía para una economía 
 de mercado próspera y competitiva, para la libertad de trabajo 
 y de empresa, por su aporte de normas jurídicas para su eficaz 
 cumplimiento, de infraestructuras para el transporte, la comunicación 
 y los mercados, facilitando el diálogo social entre el trabajo 
 y el capital, impulsando la investigación y el desarrollo 
 para aumentar la productividad y prestando servicios continuos de 
 formación profesional y social a la población para 
 avanzar en la competencia y la solidaridad, como motores esenciales 
 que hacen avanzar la economía y el bienestar de los ciudadanos.
				
			
			
			
				Extraído del libro "Otro Mundo desde abajo y desde adentro"