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Especial I: Reportaje sobre la mujer sus derechos laborales en Perú

Alejandra Huamán Alka cada día inicia su jornada de trabajo a las tres de la mañana. Prepara el desayuno, barre su casa, atiende las plantas, plancha el uniforme de sus hijos. Luego se quita el delantal, y comienza su segundo trabajo: construir ladrillos y tejas.

En Perú, la brecha salarial entre hombres y mujeres es hoy de un 17%, una diferencia que se incrementa según el entorno o la etnia de procedencia, llegando a ser, en el caso de las mujeres indígenas de un 28 % de diferencia entre salarios de uno y otro. A ello hay que añadir lo interminable que estas jornadas se comvierten para las mujeres, como el caso de Alejandra, cumplen tres roles: Amas de casa, madres y obreras. 

Esposa, madre, obrera

Alejandra Huamán Alka (foto: Luis García)

Alejandra Huamán Alka cada día inicia su jornada de trabajo a las tres de la mañana. Prepara el desayuno, barre su casa, atiende las plantas, plancha el uniforme de sus hijos. Luego se quita el delantal, y comienza su segundo trabajo: construir ladrillos y tejas.

Las tareas domésticas y la jornada laboral que alcanzan las 15 horas diarias dividen la vida de Alejandra. Pero esta doble jornada de trabajo no se refleja en los beneficios económicos que recibe a fin de mes. Al igual que al resto de las mujeres que trabajan en el sector ladrillero de Cusco (Perú), Alejandra gana menos que los hombres.

“Siempre hay trabajito para las mujeres, en la casa, haciendo ladrillo, entonces no paramos hasta las 7 u 8 de la noche que es cuando ya podemos parar. Nosotras ganamos al día 30 soles y los varones 35 soles por hacer ladrillo. No nos ayudan (los hombres) a trabajar en la casa, lo que hacen es que se vienen a la casa a ver la tele, descansar”, narra Alejandra.

Esta es una realidad para más de 1500 mujeres en la zona, y para el 60% de las mujeres peruanas, según las fuentes gubernamentales.

Entrevista a Alejandra

La mujer obrera y rural

Desigualdad

Para el Ministerio de Trabajo, la situación laboral de la mujer en el Perú ha evolucionado en forma considerable los últimos 35 años. Para el ente gubernamental, la tasa de actividad femenina pasó del 35% en 1970 a un 60% en la actualidad.

Pero este crecimiento de puestos de trabajo ocupados por mujeres no significa un avance positivo en su totalidad, porque la brecha en el salario con los hombres sigue siendo notoria.

Según el último informe "Nuevo siglo, viejas disparidades: brechas de salarios por género y etnicidad en América Latina", presentado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) refleja que las mujeres en América Latina ganan, en promedio, 17 % menos que los hombres de su misma edad y nivel educativo.

Para las minorías --definidas como personas que en los sondeos de hogares se describen a sí mismas como indígenas, negras, mestizas o hablantes de un idioma originario--, la brecha es aún mayor: 28 % en promedio. 

Realidad generalizada

Yaqueline Esquivias es promotora de género en la Asociación de Comunicadores Sociales Calandria en el Departamento de Cusco, y en base a su experiencia en el terreno detalla la situación de la mujer, especialmente rural, en temas relacionados con los derechos laborables.

Según el último censo (2010), el 31% de la población peruana reside en el área rural. Y de ese total de la población; el 49% son mujeres. En este sentido, Esquivias explica que la desigualdad comienza desde que algunas ocupaciones que realizan las mujeres de la zona no son percibidas como trabajo, y no los reportan como tal, especialmente cuando se trata de trabajos del hogar, agrícolas en parcela familiar, negocios familiares como las ladrilleras o en el sector informal.

“La mujer en zonas rurales como en Cusco cumple tres roles: madre, esposa y obrera. Las jornadas son larguísimas y sin embargo no ganan un sueldo. Su trabajo es silencioso, no valorizado. Una madre soltera gana por jornada en las ladrilleras unos 30 y, mientras que un hombre gana 35 soles”, añade Yaqueline Esquivias.

La directora de la Organización de Naciones Unidas (ONU Mujeres), Michelle Bachelet en su discurso inaugural hizo un reconocimiento público de esta disparidad laboral. “En comparación con los varones, las mujeres están muy rezagadas en el acceso a la tierra, el crédito y el empleo decente, pese a que cada vez son más los estudios que muestran que el aumento de las opciones económicas para las mujeres significa un impulso para las economías nacionales. Las políticas macroeconómicas y la formulación de políticas pueden establecer vínculos con la igualdad de género. Es necesario derribar las múltiples barreras que impiden a las mujeres aprovechar las oportunidades económicas. 

En este sentido, CALANDRIA junto a la Fundación Iberoamericana para el Desarrollo (FIDE) tienen una línea de trabajo en la zona de Cusco desde el 2011, en la que brindan capacitación a las mujeres del sector ladrillero. “La idea es que a través de los talleres directos con las mujeres se puedan  formar como personas conscientes de sus derechos y de esta manera se alcance la revalorización de su trabajo productivo”, asegura Yaqueline Esquivias.

Entrevista a Yacqueline

Son esposas, son madres y son obreras

ONU Mujer por el pago doméstico

Uno de los grandes avances en este 2011-2012 se centra en la iniciativa de ONU Mujeres en países de América Latina  en coordinación con la Organización Internacional del Trabajo y los gobiernos nacionales. Se trata de que las trabajadoras domésticas unan fuerzas en pos de un cambio.

“En la región, como sucede prácticamente en todo el mundo, las trabajadoras domésticas se encuentran entre las personas peor remuneradas y en una de las situaciones laborales más vulnerables. Ocultas en las viviendas, tienen escasas oportunidades de llevar adelante acciones colectivas para mejorar sus condiciones de trabajo. Numerosos sistemas jurídicos todavía establecen leyes de menor rango para el trabajo doméstico, o bien carecen de todo tipo de estándares para regular esta actividad”.

En este sentido, la organización mundial está ayudando a las trabajadoras domésticas a establecer vínculos entre sí para ejercer presión y obtener nuevas protecciones. En 2010, trabajadoras domésticas de Brasil, Bolivia, Guatemala y Paraguay se sumaron a grupos internacionales de defensa y promoción de los derechos de las mujeres para celebrar una convención mundial de la Organización Internacional del Trabajo en defensa de sus derechos, que fue adoptada en junio de 2011. 

Documentos y enlaces de interés

Especial I: La mujer y sus derechos laborales en Perú

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