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Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas

Foto: Cortesía

Esta introducción forma parte de la publicación oficial de la Asociación de las Naciones Unidas del Reino Unido (UNA-UK) “Global Development Goals: = Leaving no one behind”.

http://www.una.org.uk/content/global-development-goals-leaving-no-one-behind

 

 

 

El futuro del desarrollo internacional

 

El desarrollo está en riesgo de caer de la cima de una agenda internacional rebosante de asuntos más mediáticos. ¿Qué se puede hacer para mantener el ímpetu establecido por los ODM y revivir el apoyo internacional?

                      

 

 

 

El 2015 se aproxima y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas luchan por captar la atención en un mundo dominado por la crisis. Nos hemos habituado a ver cómo los programas a largo plazo y los temas  trillados van escurriéndose gradualmente bajo las olas de la apatía pública. Los nuevos canales de comunicación juegan a favor de temas más nuevos, más dramáticos o más recientes: observar los esfuerzos para reforma r el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o generar urgencia en las reacciones al cambio climático. Sin embargo, nada tiene mayor importancia p ara la paz mundial y la justicia, que la enorme distancia que existe entre las comunidades más ricas y más pobres del mundo. ¿Cómo podríamos mantener el ímpetu?

 Es importante reconocer los logros y fracasos de los primeros 13 años de los ODM. En esta publicación, expertos y profesionales de todo el mundo analizan el progreso, las buenas prácticas y lecciones aprendidas. El panorama resultante es claramente heterogéneo.

En general, el programa ha sido ambicioso, pertinente e inspirador, alcanzando éxitos cuantificables que podrían no estar presentes si estos Objetivos no existieran. A modo de ejemplo, se han dado grandes pasos en el aumento de matriculaciones en la enseñanza primaria, en la disminución de muertes por malaria y tuberculosis y en la mejora de los accesos al agua potable.

Pero, inevitablemente, también ha habido algunas decepciones. Aún siguen muriendo demasiadas mujeres por complicaciones durante y después del parto.

La sostenibilidad medioambiental se encuentra bajo amenaza grave y la desigualdad de género persiste en la esfera pública y privada. En términos generales, el progreso en los ODM ha sido irregular, no sólo entre países, sino también entre la comunidad rural y urbana. 

Algunos de nuestros colaboradores comentan que esto se debe, en parte, a haber establecido un baremo demasiado alto en el 2000. Otros mantienen que los Objetivos no eran lo suficientemente ambiciosos y que se centraban en tendencias ya existentes, dando prioridad a los resultados cuantitativos sobre los cualitativos.

¿Sería correcto restablecer los objetivos o debería la ONU probar algo nuevo? Esta no es una pregunta fácil. El periodo transcurrido desde 1945, año de fundación de la Organización de las Naciones Unidas, ha sido testigo de  un crecimiento notable en la prosperidad  mundial y de un descenso en los conflictos interestatales. Las organizaciones constituidas con el fin de gestionar la cooperación internacional y resolver los problemas han funcionado mejor que cualquier organización en épocas anteriores porque parece que hemos entendido, aunque con ciertas excepciones, la importancia de evitar el azote de la guerra. No obstante, la gran extensión de este periodo de estabilidad mundial también significa que, cada vez más, las instituciones luchan por tener impacto y relevancia.

 

El grado en el que algunos gobiernos han comenzado a limitarse a las promesas respecto a los objetivos presentes ilustra la magnitud del reto

 

 

La naturaleza de la política internacional cambia, se reafirman diferentes valores, emergen nuevos líderes y las instituciones consideran difíciles las reformas.

En este contexto de cambio constante, la capacidad del anticuado sistema de la ONU para promover y gestionar un programa completo como el de los ODM, está destinada a ser inferior en 2015-30 de lo que lo ha sido hasta ahora.

Por otra parte, la ONU es la única organización mundial de la que disponemos. El acuerdo internacional sobre los objetivos de desarrollo tiene más valor que no disponer de ningún programa en absoluto.

Cabe esperar que, establecer otro conjunto de Objetivos para los próximos 10 o 15 años, tenga un impacto popular ligeramente inferior al original, como consecuencia del decreciente rendimiento de un concepto anticuado.

No obstante, la importancia de mitigar la pobreza mundial y reducir las diferencias en el reparto de riqueza continuará resonando y el interés por parte de los países líderes donantes, en llevar a cabo una política de desarrollo efectiva les alentará a realizar un esfuerzo que complemente el programa de los ODM. El argumento para continuar con los objetivos es, en mi opinión, convincente.

Esto nos lleva a la cuestión del diseño de la agenda para la segunda década. Debemos asimilar las lecciones aprendidas de los éxitos y fracasos de la primera década y generar ideas y planteamientos frescos. El apoyo público será esencial, dado que la voz del pueblo gana fuerza en todos lados y eso se traduce en captar la imaginación pública unos años después.

Campañas como ‘Make Poverty History’ [Pobreza Cero], entre otras, se han desvanecido y el grado en el que algunos gobiernos han comenzado a limitarse a las promesas con respecto a los Objetivos ilustra la magnitud del reto.

El contexto geopolítico posterior al 2015 en el que establecer un nuevo conjunto de Objetivos se presenta también desalentador. Diversos artículos de esta recopilación describen el impacto catastrófico del conflicto en desarrollo, el cual será, probablemente, mayor y no menor en el futuro, especialmente en los estados de gobiernos más pobres, a menos que la comunidad internacional genere mejores instrumentos de prevención y contención. De hecho, el número de personas desarraigadas por conflictos o persecuciones se encuentra en su nivel más alto en 18 años.

 

 

Identidad local

 

Las circunstancias han cambiado. La política se ha vuelto mucho más local en un mundo con mayor libertad de elección, y el pueblo lucha por defender su identidad local y promover sus ambiciones subjetivas. En la actualidad, es poco probable que estallen grandes guerras pero las pequeñas hacen igual daño en un área concreta.

El planteamiento institucional del conflicto presenta algunas debilidades. La Carta de las Naciones Unidas se declaró por la absoluta necesidad de prevenir la recurrencia de las peores experiencias vividas en el siglo XX. Esta, atribuye además al propio líder, la responsabilidad principal de gestionar los asuntos de la nación.

 

El próximo conjunto de Objetivos deberá venir acompañado de una campaña de concienciación pública de considerable sofisticación.

 

 Las limitaciones de intervención externa en una crisis interna son lo suficientemente fuertes en el texto de la Carta, pero mucho más formidables lo son en la práctica, ahora que el deseo del pueblo de una localidad específica entraña tanta fuerza moral y política.

El conflicto localizado, que ha llegado a ser el obstáculo más perjudicial en el progreso económico y social, tanto en el contexto nacional como internacional,  parece ser el asunto más difícil de abordar a través de la cooperación internacional.

A pesar de que la asistencia al desarrollo se ocupa solo parcialmente de situaciones de conflicto o post-conflicto, la continuación de las mismas resulta desalentadora para las naciones y organizaciones donantes cuando el volumen y calidad de los medios facilitados parece anularse con tanta rapidez, a consecuencia de costes originados por conflictos no prevenidos.

Al mismo tiempo, esta tendencia de localización impacta también en la opinión pública de las naciones más ricas, disminuyendo el apoyo a la financiación del desarrollo -que ha caído un 6 por ciento en términos reales desde 2010- si los contribuyentes tienden a dar prioridad a invertir en sus propias necesidades.

Son muchos los estados desarrollados que ven la importancia de ayudar a los menos afortunados del mundo pero la política debería abordarse como una forma de alcanzar algo directamente para el interés doméstico. 

 

                          Concienciación pública

 

El próximo conjunto de Objetivos deberá venir acompañado de una campaña de concienciación pública de considerable sofisticación. ¿Cómo convencer a tanta gente como sea posible, aplicando un sentido de responsabilidad honesto y convencerles de que la financiación del desarrollo es parte necesaria de sus preferencias sobre la distribución de recursos? 

Se dan distintas áreas de pensamiento y acción que podrían ser de relevancia a la hora de obtener una buena respuesta a esta pregunta:

-       ¿Qué papel jugaría la ONU para generar una gestión más efectiva del programa de ODM, causando el mayor impacto en la opinión pública? Incluso una organización de apoyo como la Asociación de las Naciones Unidas del Reino Unido (UNA- UK, en sus siglas en inglés) reconoce que la ONU no puede llevar todo el peso y que necesita el apoyo de los gobiernos, la sociedad civil, el sector corporativo y  los individuos para poder cumplir los objetivos más ambiciosos. ¿Cómo podría organizarse un enfoque colectivo de tal extensión?

-       ¿En qué contribuye la comunidad de las ONG y cómo se traduce su trabajo en la escala? Una de las partes más brillantes del panorama de la última década ha sido el incremento en la efectividad y alcance de la sociedad civil sobre el terreno, incluso dentro de los propios países en vías de desarrollo. Pero todavía parece darse el caso de que, aunque a menudo su minucioso trabajo contiene puntos flacos, solo los gobiernos y las organizaciones internacionales de mayor envergadura pueden llevar a cabo un cambio catalítico. ¿Cuál es el secreto para comprometer tanto a micro como a macro-capacidades?

-       ¿Quién más podría involucrarse en el fomento y apoyo de un programa renovado de ODM? ¿Hay margen para más embajadores famosos? ¿Deberían darse más acercamientos a empresas multinacionales? ¿Quién o cuales son los mejores patrones para una campaña de esta magnitud?

-       ¿Qué historias de éxito son más inspiradoras? Este volumen incluye un gran número de ellas pero, ¿cómo podrían usarse para infundir dinamismo en la siguiente fase?

-       ¿Cómo inculcar un sentido de responsabilidad tanto a nivel gubernamental como individual? Los ODM del 2000 recibieron el compromiso de todos los estados miembros de las Naciones Unidas a nivel de Jefes de Estado o Gobiernos, pero la conversión de ese compromiso en un apoyo activo y efectivo se vio obstaculizada tanto en países donantes como receptores. La tarea será mucho más difícil la segunda vez.

¿Qué efecto tendrán las relaciones entabladas sobre las mesas más importantes del mundo en la consecución de los ODM? ¿Debería ser el G20 el responsable principal de comprometer a todos los gobiernos o muestra ya ese foro signos de lentitud? ¿Existen grupos esenciales que necesitarán inyectar energía en el programa como la relación de EEUU con China, el G8 o un nuevo formato ad hoc para la nueva década? Aquellos con mayor poder tienden a tener agendas repletas de asuntos nacionales y no dan el peso necesario a la política de desarrollo, mientras que aquellos con mayor motivación no disponen de los instrumentos necesarios para llevarla a cabo. Aquí se dan paralelismos con el tema del cambio climático: hasta ahora, la urgencia no ha golpeado a los países con más capacidad mientras que los recursos y la capacidad de convocatoria fallan en los más vulnerables ¿Cómo podría formularse este imperioso interés de una forma adecuada para todos?

-       Finalmente, ¿qué ideas nuevas tendrían impacto en las generaciones más jóvenes? Cada vez más, y no sólo por su posición moral de herederos y sus capacidades para utilizar los medios sociales, la gente más joven proyecta con más fuerza la defensa de asuntos como el desarrollo. Un movimiento joven en apoyo de los ODM, quizás con una imagen y nombre renovados, podría ser un suplemento efectivo para el siguiente programa. Los currículos educacionales y las agendas de responsabilidad cívica podrían adaptarse también para apoyar los nuevos Objetivos de Desarrollo del Milenio.

 

Como suele ocurrir, no sería bueno esperar que el valor intrínseco de la agenda del desarrollo en la próxima década se venda por sí sola. Será necesaria una cantidad enorme de trabajo y una organización bien coordinada. Asimismo, deberá existir un meticuloso equilibrio entre ambición y realismo.

 

El logro más significativo sería convencer a todos de que el nuevo conjunto de Objetivos es de interés propio. Los colaboradores de e sta publicación han dado un buen comienzo a esta tarea

 
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